El enemigo que los ataca, liderado por el comandante Kye-Sook, ha logrado controlar a los ciudadanos a través de la religión, y Yona y los dragones tendrán que encontrar una manera de enfrentarse a esta nueva y peligrosa amenaza. Además, Yona descubre que los dragones tienen un vínculo especial con el legendario dragón blanco, lo que les da una conexión aún más profunda con su misión de proteger al rey Hiryû y a su legado. En medio de todo esto, Yona se enfrenta a sus propios miedos y debilidades mientras lucha por ser la líder que su pueblo necesita.